Carlos Cruz *
Hace unos días murió David Baigún, maestro, amigo y compañero de distintas militancias. El Tute en el transcurso de su vida, con el recuerdo permanente de una niñez afincada en las verdes llanuras de su Macachín pampeano, recorrió diferentes senderos como docente e investigador social. Recorrido este en cuyo devenir fue construyendo un pensamiento y una práctica penal ligados a la protección de los derechos sociales, la defensa de los pobres y un batallar, sin concesiones, contra el poder económico concentrado. En ese camino Baigún, a la vez que no sucumbió a las influencias del pensamiento punitivo-conservador en materia penal – concebido en otras geografías – supo articular, en sentido sartreano, el conocimiento teórico con acciones transformadoras a partir de su ejercicio profesional.
De los múltiples territorios por él transitados y a los cuales nos convocaba para recorrerlos juntos, creo que merecen ser recordados, en tanto son fiel reflejo de su espíritu: la Dirección del Centro de Estudios Penales del Banco Central – que permitió llevar adelante, una vez recuperada la democracia, los primeros juicios contra entidades que habían medrado durante los años de la última dictadura cívico-militar –; la fundación – junto con Isidoro De Benedetti y un nutrido grupo de profesores y alumnos – del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP); su producción intelectual relacionada con el control de la delincuencia económica; la creación de la Maestría en Derecho Penal del Mercosur y el haber conducido, con Alberto Pedroncini, el equipo que integramos para llevar adelante las investigaciones judiciales sobre Apropiación de menores y el Plan Cóndor. Todo ello inspirado en una clara adhesión a la filosofía de la praxis y en su empeño por abordar temas propios de la disciplina penal desde el marco analítico del marxismo.
Esta trayectoria, testimonio de una existencia comprometida y proba, nos sigue acompañando a través de la imagen de su figura, con el infaltable maletín y la boina, recorriendo los pasillos de la Facultad de Derecho; en los gestos de cariño que nos brindaba y en su vocación por afrontar desafíos para lograr una sociedad más justa. Compañía que también hoy se hace presente en sus libros y trabajos que, desde los estantes de las bibliotecas y archivos, nos miran y nos invitan a leerlo; a reencontrarnos con la vigencia de su pensamiento. A poder dialogar con él una vez más.
* Amigo y discípulo. Profesor consulto de la UBA
Síntesis publicada en Diario Tiempo Argentino 9/10/15
Hace unos días murió David Baigún, maestro, amigo y compañero de distintas militancias. El Tute en el transcurso de su vida, con el recuerdo permanente de una niñez afincada en las verdes llanuras de su Macachín pampeano, recorrió diferentes senderos como docente e investigador social. Recorrido este en cuyo devenir fue construyendo un pensamiento y una práctica penal ligados a la protección de los derechos sociales, la defensa de los pobres y un batallar, sin concesiones, contra el poder económico concentrado. En ese camino Baigún, a la vez que no sucumbió a las influencias del pensamiento punitivo-conservador en materia penal – concebido en otras geografías – supo articular, en sentido sartreano, el conocimiento teórico con acciones transformadoras a partir de su ejercicio profesional.
De los múltiples territorios por él transitados y a los cuales nos convocaba para recorrerlos juntos, creo que merecen ser recordados, en tanto son fiel reflejo de su espíritu: la Dirección del Centro de Estudios Penales del Banco Central – que permitió llevar adelante, una vez recuperada la democracia, los primeros juicios contra entidades que habían medrado durante los años de la última dictadura cívico-militar –; la fundación – junto con Isidoro De Benedetti y un nutrido grupo de profesores y alumnos – del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP); su producción intelectual relacionada con el control de la delincuencia económica; la creación de la Maestría en Derecho Penal del Mercosur y el haber conducido, con Alberto Pedroncini, el equipo que integramos para llevar adelante las investigaciones judiciales sobre Apropiación de menores y el Plan Cóndor. Todo ello inspirado en una clara adhesión a la filosofía de la praxis y en su empeño por abordar temas propios de la disciplina penal desde el marco analítico del marxismo.
Esta trayectoria, testimonio de una existencia comprometida y proba, nos sigue acompañando a través de la imagen de su figura, con el infaltable maletín y la boina, recorriendo los pasillos de la Facultad de Derecho; en los gestos de cariño que nos brindaba y en su vocación por afrontar desafíos para lograr una sociedad más justa. Compañía que también hoy se hace presente en sus libros y trabajos que, desde los estantes de las bibliotecas y archivos, nos miran y nos invitan a leerlo; a reencontrarnos con la vigencia de su pensamiento. A poder dialogar con él una vez más.
* Amigo y discípulo. Profesor consulto de la UBA
Síntesis publicada en Diario Tiempo Argentino 9/10/15